domingo, 30 de junio de 2013

Lámina 1-2


1-2
Prólogo


La existencia y el inicio de la Historia

El cielo y tierra constituyen el marco y desarrollo de la existencia. Con toda claridad se indica desde el inicio del texto bíblico que es Dios el que puso el cielo y la tierra, y que por libre voluntad ha creado todo, esto es, la totalidad de lo existente, el inicio mismo de la existencia, en resumidas cuentas, la dimensión espacio-temporal en la que se desarrolla la Historia. Dios da inicio a la Historia, a la posibilidad de existir. Esta realidad espacial de cielo y tierra constituyen el marco en el que se desarrollará la elección y alianza, esto es, la Historia de la Salvación. Dios es el creador de todo, es el creador absoluto, y esta realidad absoluta viene radicalmente marcada por el carácter tajante que imprime a este versículo el verbo “crear”


Dios, Señor del Universo


Se utiliza el verbo hebreo “bará” para reflejar la creación divina. En este texto la Creación  se presenta como una creación desde la nada (creatio ex nihilo) desligada de la materia y que no implica esfuerzo. El Dios que Israel descubre y quiere recrear en su relato de la Creación es un Dios que se distingue totalmente de los dioses de su entorno, es el Dios Señor del Universo que no anda metido en combates ni luchas míticas, sino que se presenta con la credencial de “Creador” al posibilitar la dimensión de la existencia. El texto esconde tímidamente esta creación desde la nada pues todo viene a la existencia por orden de Yahveh y todo es creado en un orden ascendente  de dignidad. Pero aun así no podemos afirmar que explícitamente la Biblia hable propiamente de la creación a partir de la nada (2 Mac 7, 28), pues Dios crea el mundo ordenado en la palabra y en la acción divina. Pero aunque la tesis de que la creatio ex nihilo es una reflexión posterior que aparecerá en la Biblia al término de un largo proceso de reflexión, no cabe duda que el escritor sagrado aceptaría esta formula de la creación desde la nada, sino no se entendería la colocación precisa del verbo bará  y la depuración a la que somete el caos en el versículo 2


El marco de la salvación


La existencia y la Historia posibilitan el marco de la Salvación. Desde lo infinito, Dios por libre iniciativa crea lo finito, crea el espacio y el tiempo, haciendo entrar como el viento la realidad de su presencia luminosa  y pura donde no había más que obscuridad. Y la entrada de su voluntad crea el espacio delimitado de la existencia en el que se van a desarrollar sus planes de elección y salvación. Siempre bajo la libre aceptación del hombre que es el destinatario de todo este proyecto salvífico. El si del hombre acepta el plan de Dios hará avanzar el proyecto y sentido de la creación. Pero, la negativa del hombre a este plan de Dios sumergirá al hombre en la realidad anterior: El abismo amenazador de lo que supone la existencia sin Dios, esto es, la obscuridad, la privación de su presencia infinita, la destrucción de la creación.

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